IDENTIDADES






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Nosotros, la palabra


A través de la metáfora tenemos el poder, lo tiene el poema. El poder de cambiar el sentido de las palabras, de esas mismas que señalan el camino de lo real ¿Y si hubiera otro mundo de sentidos? ¿Cómo sería?

  “Las ventanas corren los viejos manteles, mientras las flores aplauden al cometer el espacio de aquellas niñas.  Los párpados se escapan al frente de una botella que caminan alegría por cerámica en cajonadas. Que dirá aquella víbora que canta mientras iza la corbata a la altura  del océano nublado?”

Imposible otra sintaxis, conjugar sustantivos, los pronombres nos han acorralado, el infinito jamás será infinito. Me doy tristemente cuenta que el sentido de la palabra es nulo,  y el valor del dolor no puede reducirse a letras, mientras el enamorado cree irremediablemente la tontería de que será comprendido; y los seres humanos seguimos esperando el reconocimiento imposible de nuestro discurso auténtico, único y por lo mismo pluralista y universal.

La palabra tiene el peso de la sociedad que lo atraviesa, y yo el peso de mi memoria que me asfixia por la significación de la palabra aprehendida que a un mismo tiempo me permite comunicar y me enmudece.

Las palabras nos condicionan y el idioma condiciona a las palabras.


El idioma, la palabra